martes, 30 de mayo de 2006

Una de cine

Fiel a una de mis pasiones confesables, el cine, en las últimas dos semanas he visto tres películas de reciente estreno. De los 18 euros que gasté, creo que sólo me compensaron 6.

La primera de ellas, avalada por la crítica, es "Plan Oculto". Un supuesto "thriller" del director Spike Leepelículas de robos y atracos", todo un subgénero que ha conocido en el pasado grandes momentos. Después de verla, a uno le asaltan estas dudas: 1) ¿No hemos visto ya demasiadas veces a Denzel Washington haciendo ese papel de policía campechano que se mete en fregaos mientras se saca lustre a su rasurada cabeza? ¿Tiene el síndrome "De Niro" y repite gestos vengan o no a cuento, sea cual sea la trama de la película en la que actúa? 2) Si Jodie Foster es una de las actrices más inteligentes de Hollywood, ¿qué hace en una película como esta? ¿En qué estado de consciencia leyó y aceptó el guión? ¿Alguien sabe al salir del cine a qué se dedica exactamente el personaje que interpreta? 3) ¿Por qué eligieron para el papel de ladrón a un Clive Owen que se pasa media película detrás de un pasamontañas con gafas de sol? ¿Porque queda bien en los créditos de la película? Para eso, lo mismo podrían haber cogido al técnico de sonido o al chico de los donuts. 4) ¿Qué pinta en una película como esta una banda sonora que parece un concierto sefardí? En fin...Lo único trepidante de este "Plan oculto" es el ritmo al que sale la gente del cine, unos intentando irse a la cama a dormir y otros a buscar el nombre del crítico que alabó un film que estira al máximo (aburrimiento) el tópico de "Yo sé algo que tú sabes que nadie quiere saber, así que vamos a llevarnos bien o nos liamos a mecos".

La segunda película entra dentro del modelo "cine palomitas", es decir, puro entretenimiento (pero las apariencias engañan). Si no fuera por todo el bombo que se le ha dado, incluso te parecería medio decente. Si alguien no se hubiera leído el libro en el que está basada, pues a lo mejor te mantenía en la butaca con cierta atención o interés. Pero no. "El Código Da Vinci" es el sedante (o laxante, según la escena) más potente que ha pasado por la gran pantalla en mucho tiempo. El director, Ron Howard, copia página a página el libro de Dan Brown (lo cual, no crean, tiene su esfuerzo y si no que se lo digan a los esforzados trabajadores de imprentas y reprografías) pero, y aquí viene lo más destacable, dota a la película de un ritmo tan vertiginoso como una carrera de caracoles. En cuanto al elenco de actores, es tan deslumbrante en el cartel como decepcionante en la interpretación. Abanderados por un Tom Hanks que parece gritar "Yo pasaba por aquí" y una Audrey "Amelie" Tatou capaz de decir con la misma cara y credibilidad "Quiero un kilo de peras" y "Soy la descendiente de Jesucristo y María Magdalena", los actores perpetran un despropósito infumable, pese a la profesionalidad acreditada de algunos de ellos, caso de Ian McKellen o Paul Bettany. En lo referente al argumento, pues el mismo del libro: un batiburrillo místico-religioso-policiaco-ateo convencido cogido con alfileres. En resumidas cuentas, "El Código Da Vinci" es un marrón para todos menos para Brown (que sigue haciendo caja) y un pretencioso bodrio recomendable para personas con problemas de insomnio.

Vamos con la última película: "X-Men 3: La decisión final". Ofrece lo que se espera: entretenimiento puro y duro. Nada más. Está basada en un cómic con un ejército de seguidores y, fantasmadas y mutaciones aparte, entretiene bastante. Ya está. Así de sencillo. A veces, lo más simple, funciona y ahí está de muestra la taquilla.
consistente en su particular homenaje a las "

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja, me ha encantado...

Empiezo desde el principio a leerte.

Un saludo.