lunes, 19 de noviembre de 2007

Tarados del mundo, uníos

Un chaval supuestamente antifascista fue asesinado la semana pasada por una bestia parda de ideología neonazi. Eso es lo único objetivo y lo demás es maquillaje. Me da igual quién empezó o si el chico era o no de esa ideología. Un asesinato es un asesinato y ni el cadáver ni el culpable van a cambiar de status. El resto son meras elucubraciones sobre si antes fue el huevo o la gallina. En resumen, una salvajada, menuda lástima, una auténtica pena y añádanle detrás todo el etc políticamente correcto y convencional que se suele expresar en estos casos.

De todos modos, a mí la vida o privación de ella de alguien perteneciente a un grupo ultra (sea de derechas, izquierdas o mancas), me da absolutamente igual. Así de claro. ¿Por qué? Pues porque la sociedad no pierde ni gana nada bueno con la presencia o ausencia de estos engendros neuronales y energúmenos de vocación; porque lo único bueno para lo que servirían (y habría que ver caso por caso) estos sujetos sería como donantes de órganos;y porque las ideologías (si es que estos mentecatos son capaces de tener en sus cabezas algo parecido a ideas) de las que hacen gala son ridículamente anacrónicas. Lo suyo es necrofilia intelectual, pero en su vertiente sádico-demagógica. Así pues, para mí, la muerte de un "skin", "red skin", "sharp", "antifascista" o "vándalo anónimo" cotiza tanto como el polvo. Formar parte de un grupo "ultra" o "violento" significa apuntarte conscientemente al club de "Dar o que te den", del que forman parte manadas de jóvenes de inteligencia y educación más que cuestionable y, en el que otras cosas, se organizan actividades tan interesantes como destrozo del mobiliario urbano y visitas a urgencias, comisarías o camposantos. Ellos eligen tirar sus vidas a la basura y las neuronas por la borda. Así que ¿me tiene que importar lo que le pase a gente así? Pues, más bien, poco...¿Que da pena que exista de este tipo y protagonicen sucesos como el arriba citado? Claro, pero mientras se zurren o destruyan entre ellos, me seguirán importando un bledo. Si pasan a atacar a gente normal y decente, entonces ya lo único que me importa es restablecer la cadena perpetua o el linchamiento público. Y, entre tanto, que se aniquilen mutuamente lo que quieran, que eso que ganamos en higiene social y a más oxígeno tocamos todos.

Por último, una aclaración para el batallón mediático-opinativo que, demagogia en ristre, pretende presentar a los grupos "nazis" o de "ultraderecha" como las legiones avernales y a los "antinazis", "antifachas" o "pintas anónimos" como repartidores de margaritas y pasquines pacifistas: Queridos míos, todos esos grupos maman la misma leche del odio y la sinrazón, aunque de distintas ubres. Todos hacen las mismas deleznables cosas, aunque se buscan excusas antagónicas. Aquí no hay "buenos" y "malos", sólo "peores". El rapado y el "okupa", el facha y el comunista, el "antiuno" y el "antiotro" son diferentes partes de la misma hez. Y quien no lo quiera ver así, es cómplice de la estulticia letal que late en estas hordas crecidas al amparo de la complacencia democrática, ese régimen tan fetén que permite a algún pseudohumano gritar algo parecido a "¡Tarados del mundo, uníos!"

1 comentario:

AdR dijo...

Pues sí, son tarados, unos más que otros... pero la cuestión estaría en estudiar por qué parte de la sociedad hace esas cosas. ¿Qué hay que hacer para erradicar esa violencia que parece innata en algunos seres humanos?

Buen Blog. Con contenidos interesantes.
Un saludo