jueves, 29 de enero de 2009

Bondad

Bondad: "(Del lat. bonĭtas, -ātis). 1. f. Cualidad de bueno., 2. f. Natural inclinación a hacer el bien, 3. f. Acción buena., 4. f. Blandura y apacibilidad de genio., 5. f. Amabilidad de una persona respecto a otra". No es la mejor película del año, no es siquiera una gran película, pero es una película muy bonita. Estoy hablando de "Siete almas", film que vi ayer por la tarde.

Su mayor (o mejor o único) fuerte no lo encontraremos en los apartados técnicos, ni en su guión (quizás previsible y con algunas lagunas injustificadas), ni en su reparto (en el que, en mi opinión una entrañable Rosario Dawson se come sin grandes alardes a un Will Smith con pocos matices). Su principal virtud está en lo que transmite, aunque sea con evidente efectismo y sensibilidad prefabricada, al espectador: el placer de hacer el bien en el mundo en que vivimos, el asombro de ser rotunda y radicalmente altruista en la sociedad actual, la sublimación de querer sin interés personal, la inmolación en la bondad. Algo de lo que no se habla o tal vez no se quiera o no importe hablar. Algo que merece la pena, cuando menos, tener presente siempre en nuestra vida diaria y en nuestra concepción de qué podemos hacer en este mundo. Algo ante lo cual, sólo cabe quitarse el sombrero y hacer examen de conciencia.

Ser de verdad una buena persona hoy en día es algo tan inusual, estrambótico y quijotesco que verlo plasmado en el cine conmueve y asombra. Es algo triste pero al mismo tiempo motivador para que todos intentemos emular a Ben Thomas, el protagonista de "Siete almas" y que la ficción sea superada por la realidad.

Yo, por desgracia, estoy lejos de ser alguien como Ben Thomas, pero me gustaría muchísimo serlo e intento, cada día, acercarme un poco más a ese gigantesco corazón. Y lo intento recordando y honrando las magistrales lecciones que me dieron excepcionales personas que han formado o forman parte de mi vida. Gente que da un sentido inexplicable y oceánico a la palabra "bondad". Nombres por los que merece la pena vivir y, más importante aún, dar la vida y todo lo que forma parte de ella.

En resumen, yo, después de ver "Siete almas", también querría ser Ben Thomas, con todas las consecuencias.

No hay comentarios: