domingo, 6 de septiembre de 2009

Marx: Homenajeando lo inigualable

¿Se puede emular el delirio ingenioso y trepidante de los Hermanos Marx? No. ¿Se puede rendir homenaje a estos colosos de la comedia? Sí, y la respuesta no está ni en el viento ni en el cine, sino en el teatro: "La verdadera historia de los Hermanos Marx". Esta obra, que actualmente levanta el telón en el Teatro Fígaro-Adolfo Marsillach, es un honesto, esforzado y entrañable guiño a la memoria de este mítico trío que utilizando inteligentemente lo absurdo supo hacer reír como pocos cómicos lo han logrado jamás.

El montaje, creado y puesto en escena por la compañía Teatro Meridional (el texto es de Julio Salvatierra y la dirección de Álvaro Lavín), evidencia un superlativo cariño y respeto por la memoria de los Marx, amén de un trabajo de documentación más que loable, motivos todos ellos por los que merece la pena asistir a una función. La trama, simple y desternillante, consiste en los intentos de tres peculiarísimos hombres por recuperar una ignota cinta cinematográfica donde se prueba la influencia de los celebérrimos hermanos en archiconocidos sucesos históricos del siglo XX...


Con esa premisa, el espectador asiste a una concatenación de escenas donde el mero gag visual se entrelaza con la demencial oratoria "made in Groucho" y números musicales. Como en cualquier montaje de este tipo, hay momentos francamente brillantes e hilarantes (sensacional, por ejemplo, el gag del juego de los espejos con Groucho en camisón) y otros que no lo son tanto, principalmente por incurrir en un humor demasiado fácil (que no grosero ni burdo) o mostrar una dicción acelerada.


Las mejores interpretaciones, como era de esperar, corren a cargo de Álvaro Lavín (Groucho), Eugenio Villota (Chico) y Chani Martín (Harpo), si bien, bajo mi punto de vista, los dos primeros parecen forzar la voz (cara congestionada, cuerdas vocales a punto de irse al garete) en algunos momentos y el último pide a las claras mayor participación en algunas escenas. No obstante, estos tres actores, por encima de la acertada caracterización gracias al vestuario, maquillaje y expresión corporal, logran el milagro de hacer que, si se cierran los ojos, uno parezca estar escuchando a los hermanos originales (de acuerdo, las voces españolas que los doblaron, pero...¿no son igualmente míticas?).

En definitiva, "La verdadera historia de los Hermanos Marx" no es un montaje que pasará a los anales de la comedia pero sí se convierte instantáneamente en uno de los homenajes que se han hecho con más esfuerzo, cariño y respeto a esos individuos inolvidables, iconos inmortales del cine y, por ende, de la cultura occidental.


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