lunes, 16 de agosto de 2010

"Toy Story 3": Unas lecciones nada pueriles

Recientemente he visto la que es, de momento, la película de animación más taquillera de toda la historia: "Toy Story 3". Podría terminar este artículo diciendo que, una vez más, tras la maravillosa "UP", Pixar ha demostrado que en calidad técnica y hondura humana es insuperable. Pero, dado que nunca he hablado de "Toy Story" en este blog, me detendré un poco más.

La película, como sus antecesoras, sigue un esquema argumental muy similar: presentación de los juguetes - conflicto y presentación de la némesis - huida/regreso al hogar - final feliz. Tampoco cambia el mensaje principal de la primera y la segunda parte, la importancia de trabajar en equipo por un bien común y postergando cualquier diferencia o rivalidad, ni la reflexión con la que todos los "no tan niños" salen de la sala: Es importante saber crecer y madurar...tanto como no perder la ilusión, la imaginación y las ganas de disfrutar de la vida como lo hace un infante. ¿Más de lo mismo? Sí, pero mejor. Mejor porque en Toy Story 3 Pixar demuestra ya una soltura casi insultante para hacer genialidades capaces de entusiasmar y enternecer a niños y adultos por igual; películas con tantas lecturas que cualquiera puede salir muy satisfecho y enriquecido del cine, sea cual sea su edad.

Los entrañables juguetes protagonistas de este título (Woody, Buzz, los Patata, Rex, Slinky, Hamm...) no sólo se ganan casi instantáneamente la simpatía y el cariño por ser fácilmente reconocibles en nuestros recuerdos de la infancia, sino porque, como personajes de una trilogía plenamente consolidada, ya gozan del afecto inquebrantable de miles de espectadores en todo el mundo. A eso ayuda mucho que cada uno encarne actitudes y reacciones propias de los seres humanos y se vean inmersos en situaciones que, aunque sea de manera alegórica o metafórica, reflejan muchas de las vicisitudes de la vida real de los humanos. En ese sentido, todos nos podemos encontrar en "Toy Story".

Dicho esto he de reconocer que, aunque ha perdido totalmente el factor sorpresa que tenía la entrega inicial y la calidad técnica es muy similar a su inmediata precursora (esto es, muy muy alta), "Toy Story 3" es quizás la más interesante y "madura" por los temas que aborda: el paso a la vida adulta sintetizado en la marcha a la universidad, la importancia de saber reaccionar positivamente ante los cambios, la necesidad de aprender a despedirse de cosas que forman parte de nosotros, el valor de no tomar decisiones precipitadas...y lo impagable que es compartir la alegría y la ilusión con los que siempre estarán a tu lado de una u otra forma. Lecciones que difícilmente pueden ser calificadas como "pueriles".

Temas que tienen más de lección y moraleja que de premisa argumental pero que son la esencia de las aventuras de Woody, Buzz y compañía y la clave del éxito de Pixar en todos sus films: la de no hacer simplemente una película de animación. Una cualidad que en Pixar comparten con el gran maestro Hayao Miyazaki, a quien, por cierto, veneran, como muestra el peluche de Totoro que aparece en esta tercera entrega.

En resumen, "Toy Story 3" vuelve a exhibir las mejores cartas de sus antecesoras "pixeras": un nivel técnico muy muy difícilmente igualable, un sentido del entretenimiento magnífico y una capacidad para enternecer y hacer pensar que escasea en el cine (animado o no). Quizás por eso, yo salí del cine con la lágrima a punto y la sonrisa en ristre.


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