jueves, 15 de septiembre de 2011

"Llama un inspector"...y aparece un actorazo

Anoche fui al teatro La Latina a ver la interesante obra "Llama un inspector", la más conocida de J.B.Priestley, traducida, adaptada, dirigida y protagonizada por uno de los mejores actores españoles que ha pisado una tabla: Josep María Pou.

La obra, ambientada a comienzos del siglo XX, aúna perfectamente crítica social, misterio e investigación policíaca para adentrar al espectador en la que en principio iba a ser una feliz noche para la acomodada familia Birling, una velada que cambiará radicalmente cuando la inesperada e inquietante irrupción de un inspector de policía desentierre unos terribles secretos...

A lo largo de hora y media, el público se ve inmerso en una trama que avanza implacable con precisión y firmeza en torno a los misterios que primero intuye y finalmente presencia en escena. Y digo misterios, sí, porque las causas del suicidio de la infeliz Eva Smith no son el único enigma que encierra "Llama un inspector"...y hasta ahí puedo contar.

Junto a la elegante y cuidada escenografía, hay que destacar la magistral interpretación de Pou como el inspector Goole. Hierático, mayestático, sobrio, sutil, contenido...Lo de este actor es una soberbia e impagable lección de teatro en estado puro. Lógico pues que cuando entra en escena funcione como un enorme imán y concite toda la atención hasta cuando no habla. Si su personaje acorrala con tranquilidad y aplomo al resto, algo similar sucede en la relación de este grandísimo actor (en todos los sentidos) con el resto de intérpretes del elenco, que ofrecen unas interpretaciones correctas pero que están en constante peligro de quedar eclipsadas por la exhibición de Pou.

Además de todo ello, los vicios que se critican y los valores que se defienden en "Llama un inspector", sintetizados en el gran monólogo con el que se despide Goole, tienen plena vigencia aún hoy en día, quizás porque son inmanentes al ser humano y por ello nunca van a dejar de ser de actualidad.

En definitiva, Pou regala a quien lo quiera ver un montaje interesante y recomendable que brinda al espectador la posibilidad de deleitarse con el buen hacer de alguien que domina con soltura el difícil arte del drama.