lunes, 28 de enero de 2013

Mediocridad y empresa

Hace unos días leí un artículo tan provocador como interesante que ponía negro sobre blanco una realidad de nuestro tiempo: las empresas no están interesadas en el talento. El post se hacía eco en su mayor parte de otro del empresario y gurú norteamericano James Altucher, en uno de cuyos párrafos más destroyers y no por ello menos cierto decía que las empresas actualmente están especializándose en destruir las aspiraciones profesionales de sus empleados más talentosos, responsables y esforzados. Cito: "In other words, his main job was to destroy the career aspirations of his most talented people, the people who swore their loyalty to him, the people who worked 90 hours a week for him. If they only worked 30 hours a week and were slightly more mediocre he would’ve been happy. But he doesn’t like you. He wants to you stay in the hole and he will throw you a meal every once in awhile in exchange for your excrement". O, dicho de otra manera, que cuanto mejor seas, peor pinta tu futuro en la empresa. Es decir, que cuantas mejores ideas tengas, cuantas más horas dediques a realizar un trabajo de calidad para tu empresa y cuanto más responsale seas con tu cometido, peor te va a ir. ¿El mundo al revés? Totalmente, pero no por ello menos verosímil, por desgracia.  

Cada día que pasa estoy más convencido de que en el mundo en general y en España en particular, la gente con talento (especialmente si es joven) tiene dos alternativas y las dos difíciles: O bien montárselo por su cuenta o bien irse fuera. ¿Alternativas a qué? Pues a seguir trabajando en una empresa (sea cual sea su tamaño y ámbito de actividad) donde lo único que les importa es que seas un pelele dispuesto a sacrificar tu personalidad, capacidad, ideas y dignidad con la mejor de las sonrisas, so pena de irte a la empresa más multinacional más grande del mundo y que en España cuenta con casi seis millones de personas en nómina."O trabajas como a mí me salga de los cojones o a la puta calle". Así las cosas, la "fuga de cerebros" es la única alternativa real y decente a la "vendimia de cerebros", por la propensión al pisoteo del talento que muestran algunas empresas. Y es que a la ya proverbial falta de oportunidades se ha añadido un nuevo obstáculo: la falta de consideración.

Hoy en muchas empresas, una persona con talento lo tiene mucho más difícil que una persona mediocre. ¿Qué se puede entender por "mediocre"? Pues a cualquier persona que no tiene la formación, el talento o la dignidad mínima para hacerse valer profesional y personalmente en su trabajo y que sustituye esas carencias por un servilismo descarado, una mentalidad mercenaria y una habilidad excepcional tanto para lamer el culo y alabar gilipolleces como para traicionar sus ideas y lealtades si con ello conserva o mejora su situación en la empresa ("Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros"). Son esas personas a las que si un superior les cagara en la cara reaccionarían diciendo: "Qué rico está este chocolate, oiga". Son individuos poco problemáticos en tanto que, como decía antes, nunca se harán valer ni están en condiciones intelectuales de hacer sombra a un superior (y a casi nadie) y que son fácilmente despachables con un sueldo o un cometido ridículos. El problema llega cuando a esas personas, a las mediocres, se las premia con sueldos y cargos muy superiores a los del resto, especialmente, a los de las personas con talento. Ahí ya se deberían encender las alarmas...pero no se encienden. ¿Por qué? Por dos razones, principalmente. Una, porque la situación es tan dramática que muchas personas están dispuestas a soportar eso con tal de tener un trabajo. Y dos, porque se ha extendido por demasiadas empresas una cultura donde la excelencia y el talento son considerados algo caro y/o subversivo. La mediocridad es un recurso abundante, barato y tranquilizador o al menos ese es el mensaje que se está lanzando. Así que el mensaje que se lanza actualmente desde algunas empresas está bastante claro: cuanto más inútil y desvergonzado seas, tu situación profesional pinta tan bien como la de cualquier enchufado.

Por todo ello, actualmente la plantilla de muchas empresas, nacionales e internacionales, se podría dividir en tres grupos: la gente con talento (que no sabe qué pinta allí), la gente a la que no le queda más remedio (que aguanta por hipoteca o situación familiar) y la gente mediocre (que son el alma mater de esas empresas). 

Si antaño se abogaba por el esfuerzo, la constancia, el mérito, la calidad y la personalidad, hoy se prefiere el camino fácil, el atajo, el mínimo esfuerzo, la tranquilidad del pantano, la supervivencia del "como sea". Hoy se dedica más tiempo a barnizar egos, premiar enchufes, regatear la conciencia y mercadear con favores que a cuidar, promover, valorar y confiar en las personas con potencial, talento y ganas. Hoy a sinvergüenzas y/o cretinos notorios se les "premia" profesionalmente. Hoy parece prevaler la norma del "cuanto peor seas, más futuro tienes". Hoy se ha olvidado que la competitividad sin excelencia es lo mismo que el progreso sin riesgo: nada. Así pasa lo que está pasando: que muchas empresas, tanto fuera como dentro de España, caminan directamente hacia la nada, hacia la mediocridad, hacia la mierda. Y a pocos parecen importarle, quizás porque su salario tiene los dígitos suficientes para silenciar la vergüenza.

En una época como la actual, donde todo parece sacado de una pesadilla cutre e insoportable, el ámbito laboral no iba a ser menos. Puto mundo éste que parece obligarte a elegir entre acostarte con la conciencia tranquila o tener un sueldo. Lo único bueno de todo esto es que aún hay excepciones, trabajos donde importan las personas, empresas que cuenten con el talento. El reto: encontrar esas excepciones y si no...crearlas.

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

Haces un análisis demoledor que, lamentablemente, tiene grandes dosis de verdad. No sé si será una algo que se esté dando en general en el mundo o algo que sólo sucede en España pero creo que en nuestro caso ha influído la educación que los diversos planes gubernativos hemos padecido por un lado y los programas de televisión tipo gandía shore o belenesteban por otro que han favorecido esa mediocridad.
Salu2