viernes, 24 de octubre de 2014

"Perdida": la sociedad deshonesta

Recientemente se ha estrenado "Perdida", la última película del siempre interesante y en ocasiones magistral David Fincher. Un film, basado en el bestseller homónimo de Gillian Flynn (guionista de esta adaptación), que traslada la esencia del noir a un entorno doméstico-matrimonial. Así, a primera vista, "Perdida" cuenta al espectador la resolución de una inesperada e inquietante desaparición de una joven que amenaza con hundir para siempre las vidas tanto de su marido como de sus familiares. Una historia que permite a Fincher demostrar su maestría a la hora de crear atmósferas, jugar con los inevitables prejuicios del espectador y articular giros de guión (por qué lo llaman "giros" cuando quieren decir sorpresas) con los que tensar progresivamente la tensión en las butacas y el interés en las cabezas. No obstante, hay que tener claro que, de no estar dirigida por Fincher ni protagonizada por unos solventes Ben Affleck y Rosamund Pike, "Perdida" no sería distinta en absoluto a esos telefilmes con los que Antena 3 tiene a bien atormentar retinas y neuronas en la sobremesa de los fines de semana. Es decir, que de obra maestra, nada. Igualar esta película con genialidades de Fincher como "Se7en" o "Zodiac" es un crimen. "Perdida" es una película a la que técnicamente no se le puede poner ninguna objección (Fincher y bodrio son incompatibles) pero, más allá de eso, sólo es una película entretenida, como lo fueron "The game" o "La habitación del pánico", por no salirme de la filmografía del director. Por todo esto, no extrañaría que quien vea "Perdida" movido por la expectación y las excelentes críticas que alfombraron su estreno pueda sufrir un ligero chasco.

De todos modos, me parece una película bastante interesante por todo eso que, estando en ella, no responde a su capa más inmediata o superficial. En mi opinión, la trastienda de "Perdida" es mucho más interesante que la película en sí. Un fondo, por cierto, mucho más inquietante que la susodicha desaparición y que podría resumir en cuatro puntos:
* La vida como continua construcción de un relato. Conscientemente o no, nos pasamos nuestra existencia construyendo tanto nuestro propio relato como fabulando o completando el de los demás. Somos permanentes constructores de historias y, a menudo, contadores de las mismas tanto para nosotros mismos como para quienes nos rodean. Contar siempre requiere un interés
previo en hacerlo. ¿Interés en qué? ¿Por qué? Quizás porque, debido a nuestra condición de seres sociales, somos y estamos obsesionados con la necesidad de ser aceptados (incluso por nosotros mismos) y de llamar la atención y, al mismo tiempo, pensamos y actuamos con la urgencia de encajar todo y a todos en un discurso lógico, en un plan previsible, en un puzzle sin huecos. Lo que pasa es que olvidamos que toda historia, como cualquier producto del ingenio, es "sólo" una representación de la realidad y, por tanto, tiene en su esencia un componente de irrealidad, de falsedad, de engaño...y es precisamente por ahí por donde se cuelan las sorpresas y, a menudo, las decepciones y frustraciones. En ese sentido, uno es lo que su historia dice que es. Todo esto se ve en "Perdida" especialmente en el diario de Amy Dunne (crucial), en las actitudes del matrimonio ante los demás y en la propia estructura narrativa del film. ¿He dicho ya que el engaño está íntimamente ligado a la representación?
* La apariencia ha sustituido a la identidad: la falsedad como identidad. Muy ligado al punto anterior, es causa y consecuencia simultánea del mismo. Hoy más que nunca vivimos en una sociedad en la que la imagen y el prejuicio han desplazado y marginado a la autenticidad y el argumento. Entre todos hemos construido un paradigma en el que lo que parece, es, y lo que es tiene que corresponderse necesariamente con lo que creemos que es. Así, vivimos en una sociedad de espejos, de fachadas, de persuasión
indiscriminada y continua para sentirnos integrados, para no sabernos desplazados. ¿Por qué? Quizás porque entendemos que exponernos tal y comos somos es algo dañino, peligroso, arriesgado. El miedo a la soledad y/o al daño nos ha convertido en seres mutables, adaptativos, paradójicos, cosméticos. Hemos construido un juego que consiste en travestir la realidad empezando por nosotros mismos. Hemos cedido a los demás, a los otros, la capacidad para darnos significado. Todo esto sería hasta ingenuo de no ser porque todos somos conscientes (y a menudo partícipes) de ello, con lo que hemos transformado las relaciones sociales y nuestra propia percepción en una perversa reyerta de simulaciones que satisfagan nuestros egos y/o anestesien nuestras fobias y complejos. Así nos va...Nuevamente, la actitud del matrimonio protagonista de "Perdida" es muy reveladora tanto entre ellos como con las personas que se relacionan con ellos.
* La mediatización y el vaciado social de la identidad: eres lo que los demás creen que eres. Contectado íntimamente con el punto previo. Hoy a nadie le importa lo que eres. Ni se molesta en ir más allá. Vivimos en una sociedad donde hemos transformado el conocimiento, incluso el del otro, en un "fast-food". Tenemos urgencia por encajar, etiquetar y hacer previsibles a los demás sin importarnos en absoluto en corroborar empírica y pausadamente nuestras impresiones; algo en lo que, por cierto, destacan (y para mal) los medios de comunicación, capaces de encumbrar o
hundir, sobreatender o ignorar a la velocidad de la luz. En resumen: vivimos en un mundo donde lo único que importa es el "a priori" y para de contar. Como somos conscientes de todo ello, decidimos jugar con eso y manipular al resto desde la apariencia y el relato que construimos de nosotros mismos con la esperanza de que el resultado nos sea favorable. Nos hemos convertido en nuestro propio producto y la cuestión no es tanto resistirse a eso como decidir quién saca provecho de eso: nosotros o los otros. En "Perdida" todo esto es muy relevante, tanto en la propia dinámica entre la propia historia y el espectador como en la relación de la polícia y los medios de comunicación con el inquietante y sufrido Nick Dunne (Affleck). En ese sentido, es especialmente reveladora la escena en la que se "identifican" a dos marionetas con los Dunne. A buen entendedor..." es ejemplar para ilustrar todo esto que estoy diciendo.  
* El matrimonio como estafa a los otros y como chantaje al otro. O cómo lo que supuestamente era/es la instuticionalización de una relación afectiva se convierte en una herramienta al servicio del interés frío, calculado y egoísta y donde los sentimientos
(buenos) brillan por su ausencia. La conversión del matrimonio en un medio y no en un fin es un error tan grande como habitual. Igual que lo es asociar esta institución o convención social con el amor, la felicidad o la fidelidad. Nada que ver. Y después de ver "Perdida" queda aún más claro.

Por todo ello, creo que esta película es un thriller meramente entretenido pero una crítica tan cruda como interesante de la sociedad en que vivimos.
   

No hay comentarios: