viernes, 26 de diciembre de 2014

El chiste de Montesquieu

"En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil. Por el primero, el príncipe o el magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado (...)". Esto decía por Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu, en su obra El Espíritu de las leyes (1749). Esto es lo que se denomina "separación de poderes" o "teoría de los tres poderes". Esto es lo que, junto con la soberanía nacional, conforma la piedra angular de cualquier sistema democrático. Y es un chiste. O, mejor dicho, España hace que lo sea. ¿Por qué? Porque, sencillamente, en este país, la separación de poderes ni está ni se la espera, con lo cual, al hablar de la "democracia española" deberíamos acompañarla con el calificativo "presunta" o el prefijo "pseudo" si no se quiere faltar ni a la realidad ni a la inteligencia ciudadana.

Lo curioso es que este disparate, que esta desvergüenza no es algo que se esté llevando de modo secreto ni sutil sino que está a la vista de todo el mundo. Ya lo dice el aforismo: si quieres ocultar algo ponlo a la vista de todos. Basta con leerse la Constitución Española de 1978 y la Ley Orgánica del Poder Judicial (6/1985) para darse cuenta que, legalmente, la separación de poderes no está contemplada de facto en el ordenamiento español.  Y no lo está porque el corpus legislativo que corona la Constitución está orientado básicamente a reconocer y proteger lo que es una realidad cotidiana: el rey del mambo es el poder ejecutivo (el Gobierno) mientras los otros poderes, el legislativo y el judicial, tienen la misma autonomía respecto a aquél que un disidente en Corea del Norte.  Así que, en España, en lugar de hablar de "democracia", lo más correcto sería hablar de "Gobiernocracia". ¿Exagerado? Ojalá:
El control del poder legislativo: Por una parte, el Gobierno controla férreamente las Cortes (órganos en los que reside principalmente la potestad legislativa) a través de la representación parlamentaria del partido en el poder, especial y escandalosamente en situaciones de mayoría absoluta. Por otra parte y por si fuera poco lo anterior, el Gobierno abusa hasta la perversión del recurso legislativo que suponen los decretos. Así que ya me dirán ustedes dónde queda la autonomía y la importancia del poder legislativo en una situación así.
El control del poder judicial: Este poder, en España, tiene sus órganos principales y cardinales en el Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial y el Ministerio Fiscal. Pues bien, la sombra del poder ejecutivo en estos órganos es muy alargada y efectiva ya que en su
configuración interviene decisivamente el Gobierno ya sea indirectamente a través de las Cortes, como sucede con el Tribunal Supremo (ver artículos 343 a 348 y 586 de la LOPJ), el Tribunal Constitucional (ver artículo 159 de la Constitución Española) o el Consejo General del Poder Judicial (ver artículos 566 a 578 de la LOPJ), o directamente mediante la designación del mandamás, como ocurre con el Ministerio Fiscal (véase Fiscalía General del Estado). Por tanto, en España más que de poder judicial, podríamos hablar de jueces, magistrados y fiscales cuyo futuro profesional pasa únicamente por dos alternativas: padecer el síndrome de Estocolmo o sufrir una defenestración más o menos rápida.

Y todo esto está ahí, oculto a la vista de todos. Por eso no deja de ser llamativo el escándalo y la indignación ciudadana cuando este mamoneo da señales de vida. Lo llamativo es que sea llamativo para quien vota a personas que no están dispuestas a cambiar ni esta situación ni una sola coma de la Constitución ni del resto del ordenamiento porque lo único que tienen los
partidos (al menos los tradicionales-habituales) entre ceja y ceja es ser el Gobierno en la gobiernocracia española. De todos modos, volviendo al tema de las señales de vida de esta democracia deforme y aberrante, en 2014 hemos tenido unas cuantas, especialmente en el ámbito judicial, que es donde algunos ciudadanos aún tienen puestas unas mínimas e ingenuas esperanzas (perdidas, por cierto, hace tiempo en lo que se refiere a las Cortes...). Señales como la presión para actuar contra Artur Mas, el "castigo encubierto" al juez Ruz, la  apasionada y escandalosa defensa de la Infanta Cristina, la elegante dimisión del Fiscal General del Estado, las protestas de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, por citar algunos ejemplos negativos, o el asombro y la alegría por la imputación de la hermana del Rey, por citar uno de los escasos ejemplos positivos.

Así que, teniendo en cuenta todo esto, es obvio que España ha cogido la separación de poderes de Montesquieu y ha hecho con ella o de ella un chiste, una chirigota, una astracanada, una pantomima en la que no creen ni siquiera quienes la perpetran. El problema de todo ello no es ya que no tenga gracia sino precisamente lo que el propio Montesquieu ya advirtió:"Cuando los
poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo. Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor. En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente".

Por eso, si a alguien le quedan ganas de reír después de tener claro que, hasta el momento, en España, con éstos, todo está perdido...debería hacérselo mirar o ser cabeza de lista del PP, PSOE o IU en las próximas elecciones.

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