viernes, 9 de enero de 2015

El mejor abono

Todas las religiones, los credos, las creencias se basan en última y definitiva instancia en lo mismo: en la fe, en creer en lo inexplicable, en asumir lo injustificable, en aceptar lo inverosímil, en abrazar lo imposible, en enterrar las dudas, en no cuestionar lo cuestionable, en sugestionar a la consciencia para que no se chive al cerebro de que nos estamos saliendo del guión; es decir, se basan en lo irracional, en lo visceral. De lo irracional, de lo que no se piensa, de lo que se escapa a la razón surgen cosas maravillosas como el amor, la pasión, la alegría, el placer, la felicidad...pero también cosas terribles como el odio, los celos, la tristeza, el dolor, la depresión...y el miedo y el terror. Por eso hay que tener cuidado con lo que se cree y, más todavía, con aquellos que nos dicen cómo y en qué creer: del paraíso al infierno sólo hay un segundo de estupidez distancia. Porque el verdadero peligro no está en el tonto sino en aquel que dirige al tonto. Igualmente, hay que tener cuidado con ideologías o creencias de tipo "político" (nacionalismos exaltados, independentismos, populismos, etc) que, como ocurren con las religiones, deben su arraigo y proliferación en lo irracional, en pasarse por el forro el "logos" para camelarse al "pathos", en conseguir que el tipo de turno actúe más como "homo" que como "sapiens". Por tanto, cuidado con aquello en lo que decidimos creer, no vayamos a levantarnos un día dispuestos a hostiar a gigantes que son sólo molinos.

Quizás por todo ello, las creencias, ya sean religiosas o políticas, están tan relacionadas con la intolerancia. No hay ni una sola de las grandes religiones o de las principales ideologías políticas que no haya escrito un perverso y siniestro capítulo en la historia universal de la intolerancia, o, lo que es lo mismo, en la historia universal de la negación del diferente, de la cosificación del discrepante, del exterminio físico o intelectual del contrario. Y si hay alguien dispuesto a olvidar o excusar esto es un perfecto majadero o un notable aspirante a hij@ de put@. Por suerte o por desgracia, ahí están la "Santa Inquisición", las "guerras santas" (llámense cruzada o yihad), los totalitarismos, las Guerras Mundiales, el terrorismo de estado israelí o las matanzas islamistas para recordárselo a todo aquel que sea lo suficientemente estúpido o miserable como para olvidar tanta infamia.

Y, también quizás por todo lo anterior, las creencias, ya sean religiosas o políticas, tienen una alergia tremenda a las críticas, provengan de donde provengan, aunque sean hechas en
forma de sátira o viñeta. Las creencias no admiten preguntas y sólo se interesan por quienes quieren obedecer sus respuestas. O, dicho de otra manera: a la hora de la verdad, su concepto del "respeto" sólo funciona en una dirección. Cualquier otra cosa supone una amenaza para una cosmovisión que sólo busca perpetuarse, enquistarse, fosilizarse pero nunca jamás abrirse ni evolucionar. En resumen, no les interesa lo que tu cerebro puede decirles sino lo que pueden decirle a tu cerebro. Una filosofía interesante...siempre y cuando tu mayor aspiración en la vida consista en ser un perfecto tonto del culo.

Por eso, no me extraña aunque me espante lo que ha sucedido en Francia estos últimos días. Por eso no me extraña aunque me espante que haya alguien que entienda el mundo sólo en negro o en blanco, en "o conmigo o contra mí". Por eso no me extraña aunque me espante que haya alguien dispuesto a recurrir a la violencia como respuesta al ingenio. Por eso no me extraña aunque me espante que haya alguien capaz de emplear el terror para coaccionar la libertad. Por eso no me extraña aunque me espante
que haya alguien preparado para sembrar sangre y miedo en nombre de un dios supuestamente grande, misericordioso y compasivo. Por eso no me extraña aunque me espante que en pleno siglo XXI haya alguien dispuesto a matar por las mismas absurdas, repugnantes y miserables razones por las que se mataba hace siglos. Por eso no me extraña aunque me espante que haya alguien que quiera dar un sentido a su mierda de vida mediante la atrocidad y el disparate. Por eso no me extraña aunque me espante que alguien siga haciendo de los libros sagrados su infalible manual de instrucciones para la vida. Por eso no me extraña aunque me espante que el radicalismo islamista sea actualmente la mayor y peor amenaza para el mundo libre porque, peores aún que los terroristas, son los que desde mezquitas, publicaciones y páginas web siembran los vientos que ellos transforman en tempestades de dolor.

Así que, por todo ello, mi total solidaridad y sincero afecto con los parisinos, con los franceses, con los humoristas, con los periodistas críticos, con los inocentes, con los libres.

No obstante y para terminar, cuatro moralejas entre tanto horror y desolación. La primera: la libertad es el único concepto o idea por el que merece la pena vivir y dar la vida. La segunda: el ingenio y la libertad siempre van de la mano...como van de la mano la locura y el terror. La tercera: el mejor destino para un terrorista no es ni la cárcel ni la redención: es una bolsa en una morgue. Y la cuarta: el mejor abono, el de yihadista.

No hay comentarios: