jueves, 24 de septiembre de 2015

Cuestión de nacionalidad

El todo por una parte. Ahí está el problema. En juzgar el todo por una parte. Estos días, el asunto de "ser" o "sentirse" español está de moda debido no tanto a la cagada tamaño Everest de Rajoy con Alsina (memorable entrevista para los anales del humor propio y la vergüenza ajena) como al desafortunado cinismo (fuera impostado o no) de Fernando Trueba al recoger el Premio Nacional de Cinematografía o al intento gubernamental, partidista, electoralista y penoso de capitalizar el triunfo de la selección de baloncesto al tratar de venderlo como un paradigma de la España auténtica, como si la España del paro, la corrupción, el capitalismo de amiguetes o Mujeres, hombres y viceversa no fuera tan real como las extraordinarias victorias de Gasol y compañía.

Yo creo que uno respecto a su país, nación o patria tiene la misma vinculación emocional y cerebral que se puede tener en cualquier relación familiar o afectiva. La clave para que ese vínculo no acabe en portazo consiste tanto en asumir los errores
y defectos de la otra parte sin disculparlos ni matizarlos como en no permitir que esas imperfecciones te impidan ver y disfrutar el resto del bosque. En cualquier relación personal (y la de un individuo con su país lo es), la lista de reproches unilateral siempre va a existir; el truco está en utilizar esa lista no como metralla arrojadiza sino como ancla que te ayude a mantener los pies en el suelo y así no elevarte a cotas donde el oxígeno no llega adecuadamente al cerebro. Dicho de otra manera: que la "madre patria" no se convierta en Norma Bates es tan fácil como saber poner las cosas en perspectiva, esto es, en un contexto completo, realista y alejado de cualquier maniqueísmo. En ese sentido, creo que renegar con desdén de una nacionalidad tiene mucho de esnobismo facilón y postureo cobarde pero también que alardear desaforadamente de esa misma nacionalidad tiene mucho de paletismo (intelectual, histórico, cultural y/o geográfico). Ambas posturas, tan antagónicas a priori, me parecen dos excelentes atajos hacia un mismo destino: la estupidez. De todos modos, la nacionalidad tiene más que ver con un sentimiento de pertenencia que con lo que diga o deje de decir el político de turno, la partida de nacimiento o con un texto legal; por tanto, como sentimiento, es escurridizo en no pocas ocasiones a la razón o a la lógica y a menudo puede resultar contradictorio o, incluso, tóxico. Por eso, como en cualquier otro sentimiento, lo mejor es basarlo en algo producto de la realidad y la vivencia y no en algo resultado de la imaginación o la demencia, no vaya a ser que la hostia luego sea de impresión...De ahí que, más que declaraciones y leyes, lo mejor para favorecer el patriotismo íntimo y personal sería dar hechos, realidades constatables que fundaran por sí solos algo parecido a orgullo, satisfacción o ilusión. Respecto a esto, creo que sería bueno recordar cómo los antiguos griegos se desvivían y hacían girar absolutamente todo en torno a la "polis", no tanto como lugar físico-político sino como constructo nacional, mental y emocional fuera del cual el desarrollo completo del individuo sería imposible. Claro que todo el mundo es libre de elegir ser un paria...

El problema, como decía antes, viene cuando se juzga al todo por una parte, para bien o para mal. En ese sentido, tan España es la de Mariano Rajoy Brey o José Luis Rodríguez Zapatero como la de Pau Gasol o Rafa Nadal. Tan España es la de Pablo Iglesias como la de Albert Rivera. Tan España es la del IBEX-35 como la de las colas del SEPE. Tan España es la de Florentino, Alierta y compañía como la del Padre Ángel y su gente. Tan España es la del Toro de la Vega como la del Museo del Prado. Tan España es la Francisco Marhuenda, Bieito Rubido o Alfonso Rojo como la de Ana Pastor, Jordi Évole o Carlos Alsina. Tan España es la de Salvador Sostres, Hermann Tertsch o Juan Manuel de Prada como la de Pedro Simón, Rubén Amón o Ramón Lobo. Tan España es la del enchufe, el pelotazo y las puertas giratorias como la que se levanta diariamente a las seis de la mañana para trabajar, estudiar o atender la casa. Tan España es La 1 como La Sexta. Tan España es
la que sale en el Hola como la que no sale en las noticias. Tan España es El chiringuito de jugones como La 2 Noticias. Tan España es Gym Tony como El Ministerio del Tiempo. Tan España es la de Tomás Roncero o Manolete como la de Iñako Díaz-Guerra o Rubén Uría. Tan España es la de Álex Ubago o Los Supersingles como la de Joaquín Sabina o Héroes del Silencio. Tan España es la de Jorge Javier Vázquez como la de Rafael Álvarez "El Brujo". Tan España es la de Belén Esteban como la de Federico García Lorca. Tan España es la de Kiko Rivera como la de Rafael Chirbes. Tan España es la de Paz Padilla como la de Arturo Pérez-Reverte. Tan España es la de los Borbones como la de los Trastámara. Tan España es la que tiene en su mesilla Cincuenta sombras de Grey como la que tiene Don Quijote de La Mancha. Tan España es la de los diputados como la de los ciudadanos. Tan España es la que despendola en el Orgullo Gay como la que visita el Santuario de Torreciudad. Tan España es la que los domingos va a misa como la que no pisa una
iglesia ni por turismo. Tan España es la de Leticia Sabater como la de la Reina Letizia. Tan España es la de Ferrán Adriá como la de la tasca de toda la vida. Tan España es la que se iba de vacío en cualquier competeción deportiva como la que cosecha medallas y trofeos urbi et orbe. Tan España es la que cobra en B como la que se esfuerza en A. Tan España es la que se gasta dinero votando en Gran Hermano como la que lo gasta en libros que leer o en exposiciones que visitar. Tan España es la de la juventud que aspira a ser tronista en Telecinco como la que emigra para buscarse el futuro. Tan España es las de los crossfiteros como la de los fofisanos. Tan España es la Guerra Civil como la de la Transición. Tan España es la de la matanza de Paracuellos como la que fusiló a las Trece Rosas. Tan España es la de Millán Astray como la de Miguel de Unamuno. Tan España es la de las vallas de Ceuta y Melilla como la que emigró en la postguerra. Tan España es la que lloró por Miguel Ángel Blanco como la que habla de "conflicto político en Euskalherria". Tan España es la del Santo Oficio como la de Ramón y Cajal o Miguel Servet. Tan España es la de Sálvame como la del Siglo de Oro...

Negar eso es negar la realidad, traicionar la sensatez, follarse la honestidad y pasarse por la piedra toda coherencia. Dicho esto, respecto a España o "lo español", hay que saber perfectamente de qué estar orgulloso y de qué no, qué valorar y qué criticar, qué me representa y qué no, con qué/quién me identifico y con qué/quién no. Y esto es absolutamente compatible con ser patriota (que es algo muy distinto a ser un patriotero o un gilipollas con problemas de sinapsis). Es decir, por resumirlo en una sola frase: yo me siento orgulloso de ser español pero no de todo lo que hizo o hace España ni de todos los españoles previos o actuales. Por eso, quien quiera, siempre podrá contar conmigo para hablar bien de España cuando se lo merezca y mal cuando no, pero nunca para renegar de una tierra, una historia, una cultura y unas gentes que, mayoritariamente, merecen la pena ayer, hoy y siempre. 

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