sábado, 29 de octubre de 2016

El presidente Kaiju

Jason Voorhees, Michael Myers, Freddy Krueger, Pinhead, Sadako, Mariano Rajoy...el mal siempre vuelve. Cuando uno cree que por fin ha acabado la pesadilla y que la maligna criatura ya reposa contra su voluntad en el inframundo con un velatorio de títulos de crédito, hete aquí que regresa de la tumba para atormentar las vidas del personal como si nada hubiera pasado. En el caso de Rajoy, parece que en España ha pasado de todo pero a nada que uno rasque llega a la verdad: "vanitas, vanitatis" o "rien de rien" que cantaba la Piaf. La muestra de todo ello, lo de hoy: cuando se despertó, Rajoy todavía estaba allí. Así que aquí, en este país que flota cual coprolito río abajo, lo único que ha pasado es el tiempo (10 meses). El tiempo de desalojar a una pléyade de caraduras e ineptos de las instituciones a los que sólo aplauden una panoplia de propagandistas pesebreros y unos impasibles votantes de inteligencia lesiva y lesionada a los que lo mismo les daría el águila de FF que la gaviota del PP con tal de que no gane "el otro" (ese concepto) o nadie les fastidie el chiringuito (otro concepto y muy español por cierto). 

Así, por perder el tiempo, hemos sido testigos forzosos de una investidura gatopardista para una legislatura de postureo en la que la credibilidad de la clase política no volverá a casa por Navidad dado que nuestros políticos han devenido en macabras bromas de Halloween con ascendente en chirigota, que España siempre ha sido muy suya a la hora de darle el toque cañí a todo, incluidos los despropósitos. Hoy, por tanto, se acaba de iniciar una legislatura rara que ningún partido quiere pero todos necesitan. Una que, salvo sorpresón, acabará pronto y mal pero que será aprovechada por los políticos no para arreglar el país (bye, bye, ingenuos) sino para reflotarse electoralmente ante unos más que previsibles comicios anticipados. Vamos, que este legislatura tiene el mismo futuro que Paquirrín en los Grammy pero idéntico nivel de bochorno que cualquier hit del australopiteco bético. Eso sí, para disimular el descaro y la vergüenza de que el moái del Partido Procesado revalide su cargo como Presidente en disfunciones, la clase política ha tenido a bien ofrecernos estas semanas unos entremeses de creación propia con los que amamantar a tertulianos y distraer a papamoscas. Así, durante estas semanas precedentes, el público patrio ha podido contemplar piezas como "El arte de implosionar" representada por la compañía El puño y la rosa, "El partido soy yo" del grupo La coleta de Pablo, "Naranjas de la china" de Rivera Company y "Ese señor del que usted me habla", representada por Peperos Anónimos. Unos entremeses con una finura nivel gotelé que, sin embargo, han resultado ser más animados que el previsible debate de investidura en el que todo el mundo ha estado en su papel pero sin ir más allá, como una cena de Nochebuena. Así, por la tribuna de oradores han desfilado Mariano Rajoy, el totémico líder del partido más corrupto de los últimos años y a la sazón autoparódico mandamás de uno de los gobiernos más bochornosos de la etapa democrática; Antonio Hernando, el Bruto que habló tras dejar a César la espalda como una tacoma; Pablo Iglesias, el Señor Hyde del neobipartidismo que sueña con devolver a España a esa época en la que su abuelo practicaba el genocidio low cost; Albert Rivera, el Doctor Jeckyll del neobipartidismo que pasó de ilusionante promesa a petardazo preciosista a velocidad Mach 3; Joan Tardá, la última criatura del doctor Moreau mitad jabalí mitad cretino; Rafael Hernando, el avinagrado libador de recovecos marianos...y toda una retahíla de variopintos personajes que ríete tú de los concursantes de First dates.

El caso es que, aunque hayamos llegado a esta esperpéntica y lamentable situación principalmente por demérito de todos los partidos (exceptuando el PP) y demencia de unos millones de españoles (hola, hijos de la gaviota), también hay que reconocer que Rajoy ha puesto de su parte para revalidar esta ignominia. Rajoy sigue siendo Presidente no porque sea un político creíble (que no lo es) o una persona preparada (que tampoco) o un hombre de ética admirable (menos aún) o un representante digno (risas aquí) sino porque ahí, con su desgarbada figura, con su aparatosa desfachatez, con su paquidérmica desidia, con su monumental soberbia, con su colosal enajenación, con su inabarcable jeta, Rajoy ha desplegado ante propios y extraños su única habilidad: permanecer inalterable. El presidente relecto se ha revelado así como una suerte de Godzilla gallego contra el que nada pueden hacer la sensatez, la lógica, el sentido común, la Justicia o la decencia y mucho menos sus rivales políticos, a quienes ha tratado como si fueran confeti. Dicho de otro modo: Rajoy es un kaiju y se comporta como tal: hace lo que quiere, como quiere, cuando quiere y nada ni nadie le pondrá parar.Y así, imparable, el kaiju Rajoy ha dejado España como Godzilla Japón: difícil de mirar. Porque, las cosas como son, Rajoy recogió un país que estaba hecho un Cristo (ese Zapatero de moda...) y él, guiado por su natural talento, lo ha restaurado dejándolo como el Ecce Homo de Borja.


El mercado laboral, la ciencia, la cultura, la educación, el modelo económico, los medios de comunicación, las libertades constitucionales...cuesta encontrar un solo ámbito que haya quedado indemne al paso del cuñado de Cthulhu. Por cepillarse, se ha cepillado hasta la gramática castellana. De ahí que los únicos beneficiados por los garbeos del kaiju pontevedrés hayan sido, por un lado, los generadores de memes y virales, y, por otro, los enemigos del Estado democrático de derecho (ponga aquí el nombre de cualquier miembro de Podemos, independentista catalán o golfo pepero).
 
Si con esta aberrante y aterradora hoja de servicios Rajoy ha conseguido ser reelegido Presidente pues...mejor será asimilar de una vez por todas la idea de que España es un país con exceso de gilip*****, porque sólo así se explica que esta monstruosa hemorroide pseudodemocrática siga donde está.


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