domingo, 4 de diciembre de 2016

La noche de los uy vivientes

Un empate merecido en una noche mala, y no sólo por lo meteorológico. Así se podría resumir lo que pasó ayer. Una jornada más, el Atleti ni pudo ni quiso ni supo ni mereció ganar.
 

Cada día que pasa, el equipo rojiblanco se parece más a un gran torero cuyas noches de puerta grande se van quedando más lejos en el retrovisor. Antaño sabía lidiar con cualquier toro y sus estocadas eran demoledoras; ahora hace demasiadas faenas de aliño y lleva más sustos y revolcones de los esperados. ¿Por qué ocurre esto? Comparando los partidos que hicieron de este equipo leyenda con los que está haciendo esta temporada, parece evidente que la conjunción de forma, actitud, lucidez y fortuna que llevó al Atleti a la gloria ni está ni se le espera este curso. Cualquier hincha puede asumir que falte alguno de esos elementos pero la ausencia de todos ellos simultáneamente es lo que preocupa y mosquea a cada vez más aficionados, que no entienden la repentina involución de un Atleti que por su reciente historial y actual potencial puede y debe aspirar a todo. ¿Qué es lo que pasa? En mi opinión, cuatro cosas: hay demasiados jugadores lejos de su mejor versión (algunos por edad, unos por sobrecarga de partidos y otros por vete a saber qué), hay un cacao mental patente (empezando por el propio concepto de juego), hay poca suerte de cara a portería y, especialmente, no hay rastro de ese temperamento que hacía insufrible como rival Atleti y convertía a los rojiblancos en caníbales con síndrome de abstinencia fuera cual fuera el rival y el marcador. Tampoco el Cholo el mismo. Lo parece pero no. Desde "lo de Milán", el Cholo, como el resto del equipo, se parece a lo que fue pero no es igual. Algo ha cambiado y, sea lo que sea ese algo, se evidencia en los partidos del Atleti esta temporada. Es una apreciación personal, pero creo que no soy el único que tiene esta percepción.

En ese sentido, el encuentro de anoche fue el enésimo tropiezo de un Atleti en modo "ni sí ni no ni buenas noches" ante un rival bien plantado, ordenado y con las ideas claras. En esta ocasión, uno entrenado por el hombre que empezó a desempolvar el prestigio del Atleti: Quique Sánchez Flores, al que, efectivamente, como muy bien dijo la pancarta, debemos estar eternamente agradecidos. Así, el partido tuvo el interés de confrontar el "Atleti cholista" con el "Atleti de Quique", ya que el conjunto catalán juega muy parecido a como lo hacía el madrileño cuando lo entrenaba Sánchez Flores e incluso cuenta en sus filas con jugadores en aquel entonces rojiblancos. El problema (y la desilusión) es que el "Atleti cholista" no compareció y por eso el Español tuvo más oportunidades de las previstas, chances que habrían provocado un follón de no ser porque Oblak sigue creyéndose Benji Price y maquillando la crisis que atraviesa el Atleti. Y es que la diferencia entre un buen portero (Diego López) y un portero extraordinario (Jan Oblak) es una de la mejores enseñanzas que dejó un partido que también despejó otra duda a la hinchada rojiblanca: la vuelta el "antiguo sistema" (el doble pivote Gabi-Tiago, etc) tampoco está resultando milagrosa, más allá de dotar al equipo de una solidez defensiva ligeramente mayor y, de paso, disimular las carencias de Gabi (nuestro capitán puede dirigir perfectamente la presión pero nunca el juego porque sencillamente no está capacitado para ello). En ese sentido, el vaivén táctico y los altibajos de los jugadores han convertido al Atleti en un adolescente en el que se pueden intuir más cosas de las que se pueden asegurar. Por eso, el partido de anoche estuvo definido por los "¡uy!" que acompañaron a las ocasiones falladas por el Atleti y a las amenazas detenidas por "el hombre que hizo olvidar a Courtois" en una velada en la que el tiempo invernal y desagradable fue el mejor espejo de la situación por la que atreviesan los atléticos, tanto los que están en el césped como los que acuden a millares al estadio Vicente Calderón. 

No es momento ahora de correr como pollos sin cabeza y pregonar el apocalipsis pero tampoco lo es de enrollarse en la bandera y ponerse la bufanda como venda en los ojos. Que el Atleti no está bien es evidente. Que queda tiempo para mejorar las sensaciones y enderezar el rumbo, también. Que ese rumbo pasa más por la Champions y la Copa que por la Liga, muy probablemente. Así pues, de momento, keep calm and ¡aupa Atleti!

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