sábado, 13 de mayo de 2017

"Alien Covenant": un genio en barrena

Este viernes se ha estrenado Covenant, una nueva película de la franquicia alien y secuela de esa precuela llamada Prometheus, que reseñé en su día en este mismo blog. Tras verla, sólo puedo decir que se trata de un film que encantará a quien la vea pagando poco o nada y/o a quien acuda con las expectativas bajas o inexistentes y/o a quien prefiera perdonar cualquier cosa para no mellar su cariño por la saga xenomorfa. ¿Por qué? Porque esta producción evidencia que si Ridley Scott tiene un plan serio e interesante para la franquicia...lo disimula muy bien. Convenant no entretiene porque la mayoría de los puntos de interés de la película ya han sido reventados cual chestburster por los tráilers y las entrevistas promocionales. No interesa porque carece tanto del postureo cuasimetafísico que adornaba a su antecesora (sacrificado en pos de un mayor protagonismo de las criaturas) como del suspense inquietante y emblemático de las entregas primigenias. No convence porque no es capaz ni de cumplir las propias expectativas que propulsaban este film ni de dotar de cierta coherencia lógica y/o argumental a lo que sucede en pantalla, especialmente en la última hora de las dos que dura Covenant. Y, lo que es peor, no sabe sostener de forma creíble la transición entre Prometheus (cuyos principales vínculos con ella corta de una forma facilona y burda) y El octavo pasajero (destino que cada vez parece más inalcanzable tanto en lo narrativo como en lo cualitativo). Es decir, se queda en tierra de nadie: un ni "sí" ni "no" ni todo lo contrario. Parece como si Ridley Scott, en aras a dotar a Covenant de una identidad propia, hubiera querido mezclar el sustancioso cocido de Prometheus con el cubata de Alien y le sale un híbrido difícil de digerir.  

No se trata de si era mejor seguir la línea de Prometheus o apostar nítidamente por la de Alien (para gustos, los colores). No se trata de si es mejor perderse en digresiones filosóficas o de entretener con variopintas peleas entre xenomorfos, humanos y androides. No se trata de escoger entre opciones sino sencillamente de hacer las cosas bien y, en este sentido, más allá de la indudable calidad técnica de Covenant, esta película flojea demasiado, especialmente en lo que al tratamiento de la historia se refiere (de los personajes mejor no hablo porque la tripulación de marras tiene el mismo nivel intelectual y sináptico que unos corderos camino del matadero: ni los monitores de Crystal Lake eran tan gilipuertas). Y ojo que yo no soy ningún talibán ni un hater ni sandeces similares. No se trata, insisto, de que te encante o no Alien sino de que te gusten las películas bien hechas y...Covenant es una película hueca y fallida cuyo principal mérito consiste en lograr que los fans del mundo xenomorfo acudamos al cine a verla y así costear la preocupante deriva de un director que demuestra haber perdido todo el ingenio que exhibió en magistrales títulos como Los duelistas, Alien el octavo pasajero o Blade runner. Tiene toda la pinta de que a Scott le está pasando lo mismo que a muchos otros grandísimos cineastas (Lucas, Coppola...): que se empeñan en manchar su impresionante legado con películas que están muy lejos de su propia cima.

No obstante, que sea una decepción (que lo es, al menos para mí) no quita que tenga puntos interesantes, como por ejemplo el tributo latente a El paraíso perdido de Milton, que parece servir de trasfondo conceptual a todo este desmadre, o los homenajes al matrimonio Shelley, por sus guiños explícitos al excelente soneto de Percy, "Ozymandias", e implícitos a la famosísima obra de Mary, Frankenstein. En relación con esto último, es curioso el giro que ha dado el enfoque respecto a Prometheus porque, si en aquel film todo apuntaba a que los Ingenieros eran un trasunto cósmico del doctor Frankenstein y los xenomorfos un alter ego de la mítica criatura, en este Covenant se revela quién es el auténtico doctor Frankenstein...y no digo más para no hacer spoiler de algo que, por otra parte, la película no se molesta en disimular. Baste decir que el David de Scott es como el Lucifer de Milton: un ángel que ha caído en sus ansias de perfección ("Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo"). Lo cual, a su vez, nos lleva a otro clásico del terror (literario y cinematográfico): El extraño caso del doctor Jeckyll y el señor Hyde, dualidad de antagonistas que encuentra aquí su reflejo en los androides "clónicos" Walter y David (interpretados ambos por ese actorazo que es Michael Fassbender, cuyo carisma y buen hacer son lo único salvable del despropósito), quienes son los auténticos protagonistas de esta película (lo de los xenomorfos versus la versión descafeinada de Ripley es mero relleno) que encarnan esas clásicas dicotomías del Bien y el Mal, la Obediencia y la Rebeldía, la Razón y la Pasión, la Vida y la Muerte. Una confrontación antagónica bastante interesante que también se echa a perder por culpa de absurdos momentos homoeróticos (la escena de cómo uno le enseña a tocar la flauta al otro es de traca) y de una pelea más propia de Terminator que de dos androides gafapastas. 

De todos modos, pese a esos puntos indudablemente positivos, cuesta mucho no acabar decepcionado tras ver Covenant porque te deja la sensación de que el único plan que tiene Scott para "su" franquicia xenomorfa es huir hacia delante, dejando por el camino todo cuidado, coherencia o verosimilitud. ¿Coge el dinero y corre? Puede ser. ¿Con mi alien hago lo que me sale de las narices? Muy probablemente. ¿Un talento caído en barrena? Indudablemente. Sólo así se puede entender que Scott haya firmado una película en la que pasan demasiadas cosas "porque sí" (¿se quedaron las explicaciones en la sala de montaje?) mientras otras en cambio acontecen de una forma confusa cuando no directamente absurda (¿se quedaron en la papelera de reciclaje las páginas que subsanarían tanto "WTF"?) y en la que, además, las supuestas sorpresas o ya te las ha destripado el tráiler de turno o las anticipas con infantil facilidad por culpa de un guión al que se le ven demasiado las costuras (demérito de John Logan y Dante Harper) y que es carne de guasa (como bien demuestran en JotDown y Blog de Cine) dado que varias escenas son francamente autoparódicas; y no, no voy a poner jugosos ejemplos para no fastidiar a nadie que tenga la intención de ver Covenant pero...tela. Tampoco ayuda que esta película sea una vistosa fotocopia-refrito de todos los elementos canónicos de la saga Alien: una heroína femenina, una tripulación sin más razón de ser que la aniquilación, un androide que es todo un Judas, el combate final entre protagonista y xenomorfo utilizando maquinaria pesada...guiños a los ingredientes clásicos de esta franquicia pero que, por eso mismo, restan cualquier atisbo de novedad o sorpresa.

En fin. Será curioso ver en la próxima entrega de esta franquicia (porque, pese a todo, es más que probable que vea la luz) si Scott remonta el vuelo o acaba pegándose el hostión definitivo. Hoy por hoy creo que está más cerca de esto último porque Covenant es un evidente síntoma de que Ridley Scott está más perdido que el paraíso de Milton. Veremos...

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