lunes, 7 de mayo de 2018

Por la ventana de la mía

Y así estamos, paladeando la culpabilidad por el divorcio entre la realidad y el deseo, entre la conciencia y el corazón, entre el deber y el quiero, entre el qué dirán otros y el qué diré yo, entre el confort de la sed y los puntos suspensivos de un salto sin red. Y así estamos, velando secretamente el cadáver de nuestra propia coherencia en el altar de la estabilidad. Y así estamos, desandando caminos con pasos no dados por el simple miedo a un rechazo en nuestro interior nacido. Y así estamos, ocultando todo con silencios hechos de vanas palabras y gestos impostados como abracadabras. Y así estamos, soñando y negándonos a un mismo tiempo esa libertad llamada independencia. Y así estamos, preservando en una mortaja de imaginación los sueños que quedaron rotos por no pasar a la acción. Y así estamos, quedándonos a oscuras en un ensimismamiento donde no cabe la luz del reproche ni el brillo del lamento. Y así estamos, varados en movimiento mientras cambiamos un norte por otro por no ir por el atajo del remordimiento. Y así estamos, nostálgicos de un futuro que nunca fue y de un pasado que nunca será. Y así estamos, invocando en nuestras entrañas palabras que nos brinden la excitación del consuelo y nos regalen el consuelo de la excitación. Palabras como ojalá. Ojalá hubiera el espacio para que tuviéramos tiempo. Ojalá encontráramos la excusa para darnos un momento. Ojalá chocaran nuestras solitarias melancolías para hacer sonrisas con sus astillas. Ojalá pudiéramos estar sin dejar de ser y ser sin dejar de estar. Ojalá lográramos dar forma y sentido a los silencios para poder orillar nuestras palabras y miedos. Ojalá. Porque me encantaría abrazarte y abrazarnos y hacer de nosotros un abrazo de los que detiene relojes y repara daños. Porque me encantaría besarte y besarnos y hacer de nosotros unos labios que disfrutan en un recreo de sueños abiertos y ojos cerrados. Porque me encantaría sentirte y sentirnos y hacer de nosotros el mejor refugio del que nunca debimos irnos. Porque me encantaría saberme el brillo de tu oscuridad, aunque sólo fuera por devolverte la luz que colaste en la mía. Porque me encantaría. Y así, entre esos "ojalá" y esos "me encantaría", estamos mientras allí fuera pasa la vida y tú con ella por la ventana de la mía.

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